Del Pasado al Presente: La Relevancia de la Herencia Reformada para la Iglesia Hispana de Hoy
- Andres Espinoza
- 1 oct
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Resumen (Abstract):
Este artículo conclusivo sintetiza los hallazgos de la serie, respondiendo a la pregunta sobre la relevancia contemporánea de entender la Reforma como una "renovación católica" gobernada por el principio de Sola Scriptura. Se argumentará que esta perspectiva no es un mero ejercicio académico, sino una herramienta vital para la Iglesia Presbiteriana Hispana. Fortalece nuestra identidad confesional en un diálogo con el catolicismo romano, nos protege del biblicismo ahistórico presente en el evangelicalismo moderno, enriquece nuestra predicación y adoración, y reafirma la centralidad de la Escritura como la única autoridad infalible. Se concluye con una exhortación a los futuros pastores y teólogos a ser fieles a una fe que es, a la vez, histórica, católica, y sobre todo, bíblica.
Introducción: Respondiendo al "¿Y Ahora Qué?"
A lo largo de esta serie, hemos emprendido un viaje a las raíces de nuestra fe. Hemos desmantelado la caricatura de la Reforma como una simple "protesta", para redescubrirla como un movimiento de renovación católica profundamente arraigado en la historia [1]. Hemos aprendido a valorar a los Padres de la Iglesia como "aliados falibles", apreciando su testimonio sin someter nuestra conciencia a su autoridad [2]. Hemos definido el principio formal de nuestra fe, Sola Scriptura, no como un rechazo de la tradición, sino como la afirmación de la Palabra de Dios como la única regla infalible [3]. Y hemos visto cómo este principio se aplica en la definición misma del canon bíblico, el fundamento de nuestra fe y práctica [4].
Ahora, llegamos a la pregunta más importante para cualquier estudiante de seminario: ¿qué relevancia práctica tiene todo esto para nuestro ministerio, nuestra identidad y nuestra misión en el contexto hispano del siglo XXI? Este artículo final argumentará que una comprensión correcta de nuestra herencia reformada como "católica" y bíblica no es un lujo teológico, sino una necesidad pastoral y apologética. Nos proporciona una identidad robusta, nos protege de errores contemporáneos y enriquece cada aspecto de la vida de la Iglesia.
I. Fortaleciendo la Identidad Presbiteriana en un Contexto Católico-Romano
Para muchos en el mundo hispano, ser "protestante" o "evangélico" es sinónimo de pertenecer a una fe "nueva", una importación extranjera que se separó de la "verdadera" iglesia histórica, supuestamente encarnada en el catolicismo romano. Entender la Reforma como una renovación católica nos proporciona una apologética poderosa y transformadora.
Ya no nos presentamos como los fundadores de una nueva iglesia, sino como herederos de la única, santa, católica y apostólica Iglesia de todos los tiempos. Nuestra afirmación no es que la Iglesia comenzó en el siglo XVI, sino que en el siglo XVI fue reformada y restaurada según la Palabra de Dios. Como demuestra Matthew Barrett, los reformadores se veían a sí mismos como "católicos conservadores" que luchaban contra las innovaciones y corrupciones que se habían introducido en la Iglesia durante la Edad Media tardía [2].
Esta perspectiva cambia radicalmente el diálogo. Nuestra contienda no es con la catolicidad, sino con las adiciones y sustracciones del Concilio de Trento. No somos nosotros quienes rompimos con la fe de Jerónimo, Agustín y los primeros concilios; al contrario, afirmamos el canon de Jerónimo [6], la teología de la gracia de Agustín y los credos de Nicea y Calcedonia [3]. La pregunta apologética que podemos plantear a nuestros interlocutores católico-romanos ya no es "¿Por qué dejasteis la Iglesia?", sino "¿Por qué vuestra iglesia se apartó de su propia herencia patrística y bíblica?". Esta postura nos permite dialogar desde una posición de continuidad histórica, no de ruptura.
II. Un Antídoto contra el Biblicismo Ahistórico y la "Amnesia Teológica"
Si el diálogo con Roma representa un desafío externo, un peligro interno para el evangelicalismo hispano es la tendencia hacia un biblicismo ahistórico, una fe que actúa como si la historia de la Iglesia no importara y que cada creyente debe descubrir toda la teología desde cero, solo con su Biblia. El simposio sobre la obra de Barrett llama a esto "amnesia teológica" [1].
Nuestra herencia reformada nos protege de este error. Al estudiar cómo los Padres combatieron las primeras herejías trinitarias y cristológicas, aprendemos a valorar la sabiduría contenida en los credos [3]. Al leer las advertencias de Daillé sobre la falibilidad de los Padres, aprendemos a ser lectores críticos de la historia, sin venerarla ciegamente [4]. Al entender la formación del canon con Bruce y Kruger, apreciamos el proceso providencial por el cual Dios preservó Su Palabra a través de Su pueblo [6, 12].
Una fe que ignora la historia está condenada a repetir sus herejías. Una fe arraigada en la "gran tradición" tiene la sabiduría acumulada de 2.000 años de reflexión sobre la Escritura para navegar los desafíos teológicos del presente. Como pastores y líderes, nuestro deber es guiar a nuestras congregaciones a una fe que no sea una "fe sin pasado", sino una que se regocije en la comunión de los santos de todas las épocas.
III. Enriqueciendo la Predicación y la Adoración
Esta perspectiva tiene implicaciones directas para el púlpito y el banco.
En la Predicación: ¿Estamos predicando sobre la Trinidad? Podemos mostrar cómo las formulaciones del Credo Niceno protegieron el Evangelio contra el arrianismo. ¿Estamos enseñando sobre la gracia? Podemos citar a Agustín en su lucha contra Pelagio. Al hacerlo, nuestra predicación gana profundidad y autoridad. No estamos presentando nuestras propias ideas, sino demostrando que la fe que predicamos es la misma que la Iglesia ha defendido a lo largo de los siglos.
En la Adoración: Comprender nuestra catolicidad nos da un aprecio renovado por las prácticas de la adoración reformada. La recitación de los credos Apostólico o Niceno deja de ser un ritual vacío y se convierte en una jubilosa afirmación de nuestra unidad con la Iglesia universal [3]. Entendemos que nuestros himnos, nuestras oraciones y nuestra teología sacramental no surgieron de la nada, sino que son el fruto maduro de siglos de reflexión bíblica.
IV. La Centralidad de la Escritura: El Propósito Final
Finalmente, y de manera crucial, todo este recorrido histórico y teológico tiene un propósito fundamental: magnificar la autoridad y suficiencia de la Sagrada Escritura. El estudio de la tradición no es un fin en sí mismo; es el medio que nos permite ver con mayor claridad la singularidad de la Palabra de Dios.
Vimos con Turrettini que la Escritura es αὐτόπιστος, su autoridad es intrínseca y no depende de ningún juicio humano [11]. Vimos con Kruger que la Iglesia, guiada por el Espíritu, reconoce esta autoridad, no la confiere [12]. Vimos con Daillé que incluso los más grandes teólogos de la historia deben ser juzgados por la Escritura, y no al revés [4].
Por lo tanto, la conclusión de nuestra serie no es que la tradición es tan importante como la Escritura, sino que un estudio honesto de la tradición nos demuestra por qué la Escritura debe ser nuestra única regla infalible. La historia de la Iglesia, con sus triunfos y sus fracasos, sus percepciones brillantes y sus errores graves, es el telón de fondo que hace que la claridad, coherencia y poder de la Palabra de Dios resplandezcan con mayor intensidad.
Conclusión: Un Llamado a una Fe Arraigada y Bíblica
Para los estudiantes del Seminario Presbiteriano Hispano, el llamado es a convertirse en pastores y teólogos que encarnen esta visión equilibrada. Debemos ser teólogos que conocen su historia, que pueden dialogar con la tradición católica romana desde una posición de fuerza y conocimiento, que evitan la superficialidad de una fe sin raíces, y que, por encima de todo, someten cada pensamiento, cada doctrina y cada práctica al juicio final de la Palabra de Dios.
Nuestra fe no es nueva. Es la fe antigua, la fe católica, la fe apostólica. Y sabemos que lo es, no porque una institución nos lo diga, sino porque la hemos encontrado revelada de manera infalible en la Sagrada Escritura, el fundamento inamovible de la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo.
Notas
[1] Simposio sobre La Reforma como Renovación.
[2] Barrett, Matthew, The Reformation as Renewal.
[3] Van Dixhoorn, Chad, Creeds, Confessions, and Catechisms.
[4] Daillé, Jean, Un Tratado sobre el Uso Correcto de los Padres de la Iglesia.
[6] Bruce, F.F., El Canon de la Escritura.
[11] Turrettini, Francisco, De necessaria secessione nostra ab Ecclesia Romana.
[12] Kruger, Michael J., The Question of Canon.
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